Frente a una cama en el centro de Londres, la luz se filtra a través de un ventanal en el que, en fragmentos de cobre y azul, está representado Jesucristo.
Tres personas han vivido en la catedral abandonada en los últimos dos años, y cada ocupante (un electricista, un ingeniero de sonido y un periodista) pagó una cuota mensual para vivir en las dependencias del sacerdote.
La catedral está gestionada por Live-in Guardians, una empresa que encuentra inquilinos para propiedades en desuso, incluidas escuelas, bibliotecas y pubs, en todo el Reino Unido. Los residentes (los llamados “guardianes de la propiedad”) pagan una “cuota de licencia” mensual fija, que suele ser mucho más baja que el alquiler típico en la misma zona.
Las solicitudes para convertirse en guardianes están “por las nubes”, y cada vez hay más personas de entre 30 y 40 años que se apuntan, dijo Arthur Duke, fundador y director general de Live-in Guardians.
“Es algo provocado por la crisis del costo de la vida”, agregó. “La gente está buscando formas más baratas de vivir”.
La práctica de poblar propiedades en desuso con tutores no está regulada en el Reino Unido e implica menos protecciones legales para los residentes que un alquiler. Los tutores se han quejado de inconvenientes y de los peligros evidentes, como la falta de acceso a agua potable o los techos desvencijados.
Aun así, la demanda de tutelas explotó en el último tiempo, debido a que los alquileres y los precios de las propiedades son inasequibles para muchísimas personas en todo el país.
Luke Williams ha ahorrado “miles y miles de libras en alquiler” como tutor en los últimos seis años. El hombre de 45 años vive actualmente en un antiguo edificio de oficinas en el este de Londres. Es un espacio enorme y diáfano en el que aún hay pizarrones y dispensadores de desinfectante para manos.
Williams dijo que su trabajo como gerente de proyectos para una empresa de tecnología paga bien, pero los “increíbles” costos de alquiler en la capital británica lo mantienen en el régimen de tutela tanto como su inclinación por lo inusual.
“Además de tener sentido financieramente, me gusta el estilo de vida y me gustan los lugares interesantes y peculiares”, dijo.
Los tutores a menudo viven en edificios amplios, en ubicaciones privilegiadas, que están a punto de ser demolidos o remodelados y cuyos propietarios quieren disuadir a los ocupantes sin pagar un equipo de seguridad las 24 horas.
La práctica comenzó en Países Bajos en la década de 1980 y desde hace mucho tiempo atrae a artistas, músicos y otros creativos en busca de suficientes metros cuadrados para hacer su trabajo, así como a aquellos dispuestos a vivir de manera más precaria. Por ejemplo, en Reino Unido, se puede pedir a los tutores que desocupen la propiedad con un aviso de 28 días, en comparación con los dos meses que se les otorga a la mayoría de los inquilinos privados.
Según una estimación de la Asociación de Proveedores de Tutela de Propiedades (PGPA), más de 13.500 personas viven como tutores en Reino Unido, en comparación con los 11 millones que alquilan su vivienda a través de un propietario privado.
Graham Sievers, presidente de la PGPA, que representa a tres grandes proveedores de tutelas, empresas que conectan a los propietarios con los tutores y administran los edificios, dijo que la demanda actual es “la más alta que ha habido” desde que la práctica llegó al país hace unos 20 años.
Unas 50.000 personas solicitaron convertirse en tutores a través de esas tres empresas en 2024, en un aumento de más de dos tercios en comparación con 2022, la última vez que la PGPA encuestó a sus miembros. Aunque las tutelas tradicionalmente atraen a personas de entre 20 y 30 años, cada vez se inscriben más personas mayores de 30, dijo Sievers.
En Londres, al igual que en Nueva York, los alquileres se han disparado en los últimos años con el regreso en masa a las grandes ciudades después de la pandemia de covid-19.
El alquiler privado promedio en la capital británica aumentó un 11,5% el año pasado, hasta las 2.220 libras (US$ 2.764) al mes, según cifras provisionales del Gobierno. Y los datos de SpareRoom, un popular sitio de búsqueda de compañeros de piso, muestran que el alquiler mensual medio de una habitación en un alojamiento compartido en Londres se situó en 993 libras (1.212 dólares) durante los últimos tres meses de 2024.
Según Ben Twomey, director ejecutivo de Generation Rent, una organización sin ánimo de lucro que hace campaña por los derechos de los inquilinos, el alquiler típico en Londres cumple la definición del Gobierno de “inasequible”, ya que implica más del 30% de los ingresos sin impuestos de los inquilinos.
Para algunos, entonces, las tutelas han significado un salvavidas.
“Hay un nuevo tipo de persona que probablemente se ve casi obligada a la tutela”, dijo Louis Goss, un periodista de 29 años y extutor. “Básicamente, eso es lo único que pueden pagar”.
Goss dijo que lo que comenzó como una “elección de estilo de vida bohemio” se parece cada vez más a un síntoma de la crisis inmobiliaria del Reino Unido.
El Gobierno estima que se deben construir 300.000 viviendas cada año solo en Inglaterra, porque el ritmo de construcción actual no logra satisfacer la demanda.
Goss ha trabajado como tutor en cuatro ocasiones en Londres: en una comisaría vacía, en un asilo de ancianos, en una residencia de estudiantes y, finalmente, en un ayuntamiento.
En 2019, Gross vivía en la comisaría situada en el lujoso barrio de Chelsea, en la capital, junto a unos 50 tutores más, la mayoría de los cuales habían dejado recientemente la universidad y buscaban una vivienda barata y nuevas amistades. Cada mes pagaba una tasa de licencia de 500 libras (US$ 610), aproximadamente la mitad de lo que calcula que habría pagado como inquilino privado en la misma zona.
Recuerda haber organizado fiestas en el sótano y en las celdas de detención contiguas, y haber subido por una escalera de incendios para acceder a la cocina. El alegre caos y la camaradería le hacían sentir como si estuviera en un “barco pirata”, dijo. “La sensación era que la gente elegía estar allí”.
Pero, en 2021, el estado de ánimo había cambiado.
En la residencia de estudiantes, Goss dijo que se encontró con más personas de 30 años que buscaban ahorrar dinero ante el aumento de los alquileres. Algunos se mudaron al sótano del edificio, que había sido ocupado un grupo de monjas católicas mayores hasta que la pandemia las obligó a salir apresuradamente, dejando atrás crucifijos y túnicas religiosas.
El año pasado, Goss decidió alejarse de las tutelas y alquilar de forma privada. “Simplemente me había cansado de las condiciones”, dijo sobre su último edificio, que no tenía agua potable. También había notado que los descuentos en muchas tasas de licencia se reducían en comparación con los alquileres. Los beneficios de la tutela simplemente ya no justificaban los inconvenientes.
Tim Lowe, fundador y director de The Lowe Group, un proveedor de tutelas, ha aumentado las tasas de licencia en los últimos años a medida que los costos de funcionamiento de las propiedades, incluidas las facturas de energía, se han disparado. Las tarifas siguen siendo más bajas que los alquileres, señaló, pero la brecha es menor que en el pasado.
Lowe se muestra firme en su postura de que las tutelas deberían ser una “plataforma” para ayudar a las personas a hacer amigos o ahorrar dinero para comprar una casa, no el último recurso para los más vulnerables, como aquellos que podrían calificar para una vivienda subsidiada por el Gobierno.
“No es un salvavidas”, afirmó.
El Ministerio de Vivienda del Reino Unido afirma en su guía sobre tutelas que “no respalda ni fomenta” la práctica porque a las personas “no se les puede pedir que vivan en condiciones que no cumplen con los estándares de las propiedades residenciales”.
Charley Hullah, tutor desde hace mucho tiempo, está de acuerdo.
El músico de 31 años ha sido tutor en seis propiedades desde 2013. Dejó una vivienda cuando se derrumbaron los techos de la cocina y del baño y recuerda que se ponía nervioso cada vez que se duchaba. La ducha había sido instalada bajo una masa de cables eléctricos en un antiguo baño para discapacitados. Dos veces olió a quemado.
Cree que los proveedores a menudo “no tienen ningún incentivo para hacer las cosas de la manera adecuada” porque los edificios están destinados a ser demolidos.
La PGPA ha intervenido para supervisar a los proveedores, estableciendo estándares de seguridad contra incendios, por ejemplo, y realizando inspecciones aleatorias en los edificios.
“El modelo de tutor de la propiedad debería funcionar, y debería funcionar bien”, dijo Sievers de la PGPA, al señalar que pidió al Gobierno que establezca una agencia para regular la industria. Cree que los grandes espacios de oficinas que aún permanecen vacíos después de la pandemia podrían reutilizarse para tutelas que ayuden a aliviar la escasez de viviendas en el Reino Unido.
Por ahora, muchos londinenses están atrapados en un círculo vicioso. Los alquileres costosos les traen problemas para ahorrar el dinero necesario para el pago inicial para comprar una casa, lo que a su vez los mantiene atrapados en el alquiler.
Twomey, de Generation Rent, dijo que los inquilinos en Reino Unido tienen un incentivo particular para comprar, ya que generalmente disfrutan de menos protecciones legales que sus contrapartes en Europa, como barreras contra el desalojo y aumentos excesivos del alquiler.
Sin embargo, según un análisis de 2023 realizado por la organización sin fines de lucro, a una persona soltera con un ingreso promedio que alquile una vivienda compartida en Londres le toma cerca de 20 años ahorrar lo suficiente para el pago inicial de una propiedad en la ciudad.
El precio promedio de una casa o apartamento en Londres es de más de medio millón de libras (US$ 635.000), según datos de noviembre del Gobierno.
“Básicamente estamos perdiendo gran parte de nuestro potencial de ahorro a manos de nuestros propietarios”, dijo Twomey. “Es simplemente imposible reunir ese dinero”.
Para algunos, las tutelas son un alivio ante ese desafío.
Mavis Alaneme y su esposo compraron un apartamento de dos habitaciones en un condado al sureste de Londres en 2023 después de casi una década oscilando entre tutelas y viviendas de alquiler.
La analista de negocios de 40 años estima que ahorró más de 16.000 libras (US$ 19.700) en alquiler no pagado gracias a ser tutora, y agregó que su tutela más reciente la ayudó a ahorrar para el pago inicial de su lugar actual.
Al final, estaba cansada. Las propiedades tuteladas a menudo estaban en mal estado, las inspecciones de los proveedores se sentían intrusivas y las tarifas de licencia estaban aumentando.
Alaneme ha comprado tranquilidad con su apartamento. “Simplemente no hay nada igual”, dijo. “Estar aquí y sentarme en nuestro sofá y que nadie nos vaya a echar a menos que no pague la hipoteca… Esto es nuestro. Estamos instalados. Y es encantador. Es una sensación realmente hermosa”.
Pero, para otros, las tutelas no se convirtieron en ese trampolín tan esperado.
“Nunca pensé que estaría haciendo esto durante tanto tiempo”, dijo Hullah, que vive en un bloque de apartamentos en desuso en el norte de Londres. “Pensé que podría ascender de algún modo y conseguir una vivienda de alquiler privado, pero aún no puedo permitírmelo. Así que, básicamente, estoy estancado”.
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