Las Fuerzas Armadas israelíes han intensificado sus operaciones en la Ribera Occidental ocupada, atacando a células de combatientes palestinos, imponiendo controles de carretera y aislando a las comunidades del mundo exterior.
La repentina expansión de las operaciones de seguridad israelíes en la Ribera Occidental ha causado la muerte de al menos 10 personas y se produce tras el inicio del delicado proceso de cese del fuego en Gaza, por el que los rehenes israelíes son liberados por etapas y en el que también se producirá la retirada gradual de las fuerzas israelíes.
La medida también se produce cuando la derecha israelí, y muchos en el movimiento de colonos, se sienten envalentonados por las palabras de algunos funcionarios del Gobierno de Trump que han sugerido que Israel tiene derecho a anexar gran parte o toda la Ribera Occidental, hogar de más de tres millones de palestinos.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, ha hablado de una nueva dinámica en la Ribera Occidental, afirmando que las Fuerzas Armadas adoptarán las tácticas aprendidas en la ofensiva de Gaza en sus esfuerzos por erradicar a los grupos extremistas y, en sus palabras, “garantizar que el terrorismo no vuelva”.
El campo de refugiados de Jenin, en el norte de la Ribera Occidental, una extensa zona de estrechas callejuelas que ha sido durante mucho tiempo bastión de facciones combatientes, es el centro de la última campaña de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Katz declaró el martes que la operación “Iron Wall eliminará a los terroristas y la infraestructura terrorista en el campo, garantizando que el terrorismo no vuelva al campo una vez finalizada la operación, la primera lección del método de repetidas incursiones en Gaza”.
El objetivo de la operación en Jenin es más ambicioso que el de incursiones anteriores. Cientos de civiles han abandonado el campo. El gobernador de Jenin, Kamal Abu Al-Roub, declaró el jueves a CNN que ahora estaba casi vacío. Se había cortado el agua y la zona estaba “sitiada”, añadió.
Las últimas operaciones de las FDI han consistido en construir más barricadas en toda la Ribera Occidental. La Comisión de Colonización y Resistencia al Muro dijo el jueves que ahora hay casi 900 puestos de control militar, incluidas más de 173 puertas de hierro instaladas desde octubre de 2023.
Al-Roub dijo que la operación de las FDI era “una de las mayores y más intensas” lanzadas hasta ahora: “Estamos hablando de más de 20.000 personas desplazadas. Muchos han sido detenidos”.
La televisión palestina informó el jueves que las FDI habían establecido controles de carretera cerca de Ramallah y acordonado un pueblo de la zona. Además, dijo que se habían reforzado los controles militares en la zona de Nablus, dejando a miles de personas varadas en medio de largas esperas.
La gente tampoco podía salir de Jericó, donde se habían cerrado los puestos de control militares. Periodistas palestinos informaron el jueves que se habían utilizado gases lacrimógenos contra personas que esperaban en un puesto de control de Jericó.
Una mujer murió de un ataque al corazón en un puesto de control cerca de Hebron después de que las FDI impidieran su traslado al hospital, según informó el miércoles el Ministerio de Sanidad palestino.
Mustafa Barghouti, político palestino independiente, declaró a CNN que un viaje de Ramallah a Jericó, que normalmente dura 45 minutos, puede durar ahora cinco horas algunos días.
“La mayor parte de los desplazamientos desde el sur y el norte de la Ribera Occidental están paralizados mientras los colonos israelíes ilegales circulan libremente y siguen atacando a los automóviles palestinos en las carreteras”, afirmó.
“Estamos observando pautas preocupantes de uso ilegal de la fuerza en la Ribera Occidental que es innecesario, indiscriminado y desproporcionado. Es un eco de las tácticas empleadas por las fuerzas israelíes en Gaza”, declaró Angelita Caredda, directora regional para Medio Oriente y el Norte de África del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
Las FDI declararon el jueves que los puestos de control eran “una herramienta que utilizamos en la lucha contra el terror, que permite la circulación de civiles al tiempo que proporciona una capa de control para impedir la huida de terroristas”.
La operación comenzó dos días después del inicio de la primera fase del cese del fuego en Gaza y demuestra un cambio de orientación del gobierno israelí.
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, de ultraderecha, declaró el martes: “Hemos empezado a cambiar el concepto de seguridad en Judea y Samaria [el término bíblico que muchos israelíes utilizan para describir la Ribera Occidental] y en la campaña para erradicar el terrorismo en la región”.
También afirmó que el gabinete había decidido que la seguridad en la Ribera Occidental se había convertido en un objetivo de guerra oficial para Israel. La Oficina del Primer Ministro no confirmó la medida.
La pausa del conflicto en Gaza ha permitido a las fuerzas de seguridad israelíes concentrarse en la Ribera Occidental, donde los grupos afines a Hamas se han vuelto más activos. Sin embargo, existe el riesgo de que las intensas acciones militares israelíes en el territorio pongan en peligro el cese del fuego en Gaza.
Katz ha afirmado con frecuencia que Irán está detrás del aumento de la actividad combatiente en la Ribera Occidental y suministra armas a los grupos.
“No permitiremos que Judea y Samaria se conviertan en Gaza o el sur del Líbano… Actuaremos para cortar los tentáculos de Irán en los campos de refugiados de la Ribera Occidental y garantizar la seguridad de las comunidades y los residentes”.
Funcionarios israelíes han afirmado que el Gobierno Autónomo Palestino (PA, por sus siglas en inglés) ha sido incapaz de hacer frente y someter a los grupos extremistas. Una operación llevada a cabo en diciembre por las fuerzas de seguridad palestinas contra los combatientes de Yenín apenas dio resultados. Entre las facciones combatientes se encuentran las Brigadas de los Mártires de al Aqsa, la Yihad Islámica Palestina y las Brigadas Qassem, que luchan juntas bajo la bandera del Batallón de Yenín.
El Canal 11 de Israel citó el jueves a una fuente militar de alto rango que dijo: “El PA hizo lo que pudo. Hemos reconocido la necesidad de actuar contra las capacidades de los terroristas, ya no esperamos sus intenciones. Nuestro objetivo es neutralizar el batallón de Yenín”.
Para algunos israelíes de derechas, la llegada de la administración Trump, junto con el éxito en la degradación de Hamas y Hezbollah, ofrece una oportunidad única para extender la superioridad israelí en la región.
Durante su primer mandato, Trump abandonó la postura estadounidense de larga data de que los asentamientos son ilegales; Biden la restableció. Varios de los designados por Trump han sugerido que Israel tiene derecho a la anexión de la Ribera Occidental.
Más de 500.000 colonos judíos viven en la Ribera Occidental ocupada por Israel, que la arrebató a Jordania en la guerra de 1967. El derecho internacional considera ilegales los asentamientos judíos.
Elise Stefanik, que aspira a convertirse en la nueva embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, declaró el martes que estaba de acuerdo con la opinión de que Israel tiene “un derecho bíblico” a anexionar la Ribera Occidental. Mike Huckabee, que está previsto que se convierta en embajador de EE.UU. en Israel, sostuvo en el pasado que “no existe tal cosa como los palestinos”.
El lunes, el día de su toma de posesión, Trump rescindió las sanciones impuestas por la anterior administración de Biden a grupos de colonos israelíes de ultraderecha e individuos acusados de estar implicados en la violencia contra los palestinos en la Ribera Occidental ocupada.
La violencia antipalestina por parte de colonos radicales se ha convertido en un hecho casi diario en la Ribera Occidental. En 2024, la ONU documentó 1.420 incidentes de violencia de colonos con resultado de víctimas y/o daños materiales en la Ribera Occidental, incluido Jerusalén Oriental.
Algunos de los responsables fueron detenidos, pero el Ministerio de Defensa israelí decidió la semana pasada poner en libertad a los colonos judíos retenidos bajo lo que se conoce como detención administrativa “a la luz de la esperada liberación de terroristas a los territorios de Judea y Samaria”, según los términos del acuerdo de cese del fuego en Gaza.
Katz declaró que la decisión de poner en libertad a los colonos “enviaría un claro mensaje de fortalecimiento y fomento de los asentamientos, que se sitúan en primera línea de la lucha contra el terror palestino y los crecientes problemas de seguridad”.
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