Si con su primer discurso en Davos, a días de asumir la presidencia de Argentina en enero de 2024, Javier Milei inauguró su apuesta por un alto perfil internacional ―que sostiene desde entonces―, con su segunda aparición en el Foro Económico Mundial y ya con Donald Trump en la Casa Blanca, la redobló.
Recién llegado de Estados Unidos, donde fue uno de los pocos mandatarios del mundo invitados a la toma de posesión, el argentino dedicó su alocución a apuntar contra la que él llama “ideología woke”.
Woke es un término que fue utilizado inicialmente en Estados Unidos para referirse a la toma de conciencia sobre injusticias sociales y raciales, y que con el tiempo ha evolucionado para incluir banderas como el feminismo, el cambio climático o la defensa de minorías. En la actualidad y con frecuencia es usado despectivamente en la discusión pública para denotar una sensibilidad exagerada o corrección política sobre esas temáticas.
En el caso de Milei, no siempre ha sido una expresión habitual en su vocabulario. Sin embargo, en Davos utilizó la palabra y sus acepciones en 16 oportunidades, al acusar al feminismo, a las medidas de diversidad, inclusión y equidad, a la inmigración, al aborto y al ecologismo de aprovechar sus causas para obtener dinero del Estado.
¿Pero por qué centró Milei su discurso en “la agenda woke”, un término tan inusual en Latinoamérica, e incluyó la crisis migratoria en su temario, siendo una problemática que suena ajena para un país con tradición de migrantes? ¿Se trata de una agenda propia o de un Milei que se mira en el espejo de Trump?
“Hoy vengo aquí a decirles que nuestra batalla no está ganada, que si bien la esperanza ha renacido es nuestro deber moral y nuestra responsabilidad histórica desmantelar el edificio ideológico del wokismo enfermizo”, estableció en su alocución.
No es una novedad que Milei apunte contra el feminismo y hable de “una agenda radical” que plantea una “pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer”, palabras que pronunció en Davos en 2024.
Pero si los discursos de Milei se centraban principalmente en la economía y la otra agenda era más bien tomada por su entorno, en Davos la hizo propia y estructuró todo su discurso en esa dirección, con declaraciones acusatorias sin sustento. Un ejemplo fue decir que “versiones más extremas de la ideología de género constituyen lisa y llanamente abuso infantil”. Esta expresión, entre otras incluso más polémicas ―como que la agenda LGBTQ busca imponer que “las mujeres son hombres y los hombres son mujeres, solo si así se autoperciben” ―, le valieron el repudio de ese colectivo que llamó a una marcha este sábado en Buenos Aires con convocatorias que se replicaron en distintas provincias del país e, incluso, en otras ciudades de Europa y América Latina. En Argentina, además, ha tenido adhesión de sectores sociales y políticos.
Esos dichos se dan en el contexto en el que referentes de la derecha como Trump y el magnate Elon Musk también sostienen como parte central de su discurso que solo existen dos sexos: el masculino y el femenino.
Dichas expresiones niegan las identidades no binarias y se suman a otras transfóbicas que además desestiman el consenso médico sobre las personas que no se sienten identificadas con el género asignado al nacer. En 2018, la Organización Mundial de Salud eliminó la transexualidad de su lista de trastornos mentales, al igual que había ocurrido en 2013 con el manual DSM-5, considerada “la biblia psiquiátrica”.
José Natanson, analista internacional, dice que Milei en Davos le habló a la sociedad argentina, pero también, efectivamente, a Trump.
“Milei se siente parte de lo que el académico Juan Gabriel Tokatlian llama la internacional reaccionaria: un grupo de líderes mundiales que tienen muchas diferencias, pero comparten la batalla cultural como agenda común”, explica. “Trae algunas de las batallas culturales globales a la Argentina a ver si prenden. Si prenden, las usa, y si no las deja de lado”, señala Natanson.
En esa línea, al igual que Trump busca revertir políticas inclusivas que llevó adelante su antecesor, Joe Biden, estableciendo por decreto que el gobierno federal solo reconocerá dos sexos (masculino y femenino) y la prohibición de que las personas transgénero formen parte de las Fuerzas Armadas, el gobierno de Milei también planteó una profundización en el plano legislativo en normativas relacionadas con la desigualdad de género.
La semana pasada, el ministro de Justicia de Argentina, Mariano Cúneo Libarona, dijo que buscarán eliminar del Código Penal la figura del femicidio, un agravante en la condena de crímenes en los que medie la violencia de género. También se instaló en el debate público la cuestión de si se avanzaría sobre otras leyes relacionadas con la agenda feminista como la ley de cupo, algo que el vocero presidencial Manuel Adorni negó, aunque se manifestó en contra de esa legislación que establece un mínimo de participación femenina y trans en diversos ámbitos públicos, garantizando mayor equidad de género en la representación política y laboral.
La agenda de la migración es tal vez la que más llamó la atención de la presentación de Milei en Davos. Argentina tiene una historia de inmigración que constituye la identidad nacional. A comienzos del siglo XX, una tercera parte de la población del país era migrante, según datos oficiales de la época, e incluso la Constitución garantiza los derechos civiles del ciudadano a los extranjeros que se encuentren en el territorio.
En Davos, Milei dijo: “(si bien) la libre circulación de bienes y personas está en los fundamentos del liberalismo (…) de intentar atraer el talento extranjero para promover el desarrollo, hemos pasado a la inmigración masiva motivada no desde el interés nacional, sino desde la culpa. Como Occidente es la supuesta causa de todos los males de la historia, debe redimirse abriendo sus fronteras a todo el mundo”. Según el mandatario esta situación termina resultando una “colonización inversa”.
Para Natanson, la sociedad argentina no percibe la inmigración como un problema. “No creo que le dé ningún resultado hablar contra los migrantes”, consideró.
Por dar un ejemplo, Milei tiene el apoyo de algunas comunidades migrantes en el país. Cuando el líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia se reunió con él en Buenos Aires, la diáspora venezolana que acudió a Plaza de Mayo se manifestó a favor del mandatario argentino con cantos de celebración.
Sin embargo, en diciembre del año pasado, el gobierno planteó la necesidad de cobrar por salud y educación a extranjeros no residentes, un anuncio que, a nivel nacional, no se materializó en ninguna medida, solo algunas provincias establecieron pagos en hospitales públicos. Al respecto, se generó un debate en la sociedad con posturas a favor y en contra del planteo.
En Argentina no existe una crisis inmigratoria como la hay en la frontera sur de Estados Unidos, a la que miles de personas han llegado para intentar pedir asilo o ingresar de forma ilegal al país, abrumando la capacidad de respuesta de las autoridades a lo largo de los años y de gobiernos de diferentes colores políticos, que han involucrado a muchos países de la región.
Anunciado por el gobierno local y apoyado por el nacional, el anuncio de la construcción de un alambrado de 200 metros en la localidad de Aguas Blancas, provincia de Salta, en la frontera con Bolivia, tensionó en los últimos días la relación bilateral.
La medida forma parte del Plan Güemes, un programa del Ministerio de Seguridad que busca reforzar la protección de las fronteras contra el “narcotráfico, el sicariato, las muertes y eldescontrol”, difundió en un comunicado la oficina de prensa de la cartera a cargo de Patricia Bullrich. Surge de los dichos de Milei en Davos y cuando el control de las fronteras resuena, otra vez, con la agenda de Trump.
El anuncio causó una rápida reacción del gobierno boliviano que, en un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, expresó su preocupación: “Los temas fronterizos deben ser tratados por medio de mecanismos de diálogo bilaterales”.
En diciembre, cuando se anunció este plan, se informó del envío de más de 300 agentes de la Prefectura Naval Argentina para reforzar la seguridad en la zona, pero nada se dijo de una barrera física. CNN consultó al Ministerio de Seguridad si el cerco estaba previsto en un primer momento, pero no ha recibido respuesta.
Paralelamente, Bullrich anunció en una entrevista periodística que se reforzarán también los controles en la frontera con Brasil. Sin embargo, la ministra dijo que no se prevé la construcción de nuevos cercos en esa zona, sino vigilancia con tecnología avanzada como drones, así como mayor presencia de Gendarmería y patrullas permanentes.
Desde la embajada de Brasil en Buenos Aires, dijeron a CNN que, dado que aún no había anuncios formales de medida específica alguna, no tenían comentarios.
En sus primeros días, Trump anunció la salida del Acuerdo de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), algo que no se va a concretar en lo inmediato, pero que ya es una decisión efectiva.
Inmediatamente, el diario oficialista “La derecha diario” publicó una artículo que fue compartido en X por el propio Milei, titulado “Javier Milei analiza retirar a la Argentina de la OMS y del Acuerdo del Clima”.
Sin embargo no hubo ningún anuncio oficial, pero vuelve a repetir un gesto en espejo del republicano.
Milei fue claro en Davos: “Ya no me siento tan solo”, dijo, y celebró tener ahora “compañeros” en su pelea por las “ideas de la libertad”. En la lista incluyó a Musk; a la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni; al presidente de El Salvador, Nayib Bukele; al primer ministro de Hungría, Viktor Orban, y obviamente a Trump. A todos se refirió como miembros de una alianza internacional. “Cuánto ha cambiado en tan poco tiempo”, reflexionó.
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