El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que impondrá sus aranceles durante el fin de semana, apostando a que gravar a las empresas estadounidenses por los bienes importados en última instancia funcionará como un castigo a los países que fabrican los productos que los estadounidenses quieren, y llevará a esas naciones a la mesa de negociaciones. Sin embargo, se trata de una apuesta arriesgada que fácilmente podría volverse en contra de los consumidores estadounidenses y la economía.
En Estados Unidos, los aranceles suelen cumplir un propósito limitado pero importante: están destinados a hacer crecer la economía estadounidense al incentivar la compra de bienes fabricados en EE.UU. Lo logran penalizando efectivamente con altos impuestos a las empresas estadounidenses que compran productos extranjeros.
Los economistas creen que, en circunstancias limitadas, los aranceles pueden ser herramientas efectivas para el crecimiento económico. Pero Trump cree que los aranceles tienen un propósito completamente diferente.
Trump ha elogiado durante mucho tiempo los aranceles como una política económica efectiva. El lunes, Trump dijo que “arancel” es la cuarta palabra más hermosa del diccionario, detrás de “Dios”, “amor” y “religión”.
Trump ha dicho en repetidas ocasiones (e incorrectamente) que “el sheriff de los aranceles”, el expresidente William McKinley, inauguró una era de prosperidad estadounidense a fines del siglo XIX al apostar a fondo por los aranceles. Aunque es cierto que la economía creció con fuerza en la década de 1890, eso se debió en gran medida a un proceso inmigratorio prácticamente sin restricciones, entre otros factores.
Aun así, Trump ha usado y prometido emplear aranceles con tres propósitos principales: aumentar los ingresos, equilibrar el comercio y llevar a los países rivales a la mesa de negociaciones.
Estados Unidos tiene déficits masivos, y el plan de recorte de impuestos de Trump podría hundir aún más el presupuesto. Trump ha dicho que los aranceles compensarán la pérdida de ingresos: en su discurso inaugural en el Foro Económico Mundial predijo que los aranceles traerían cientos de miles de millones de dólares —quizás hasta billones de dólares— al Tesoro de EE.UU.
Trump critica sistemáticamente la política comercial estadounidense por “subsidiar” a Canadá y a México, y dice que Estados Unidos está “perdiendo” cientos de miles de millones de dólares a manos de los países vecinos. También habla de manera imprecisa sobre la brecha comercial, la diferencia entre lo que Estados Unidos exporta e importa. Algunos economistas advierten que el lenguaje de Trump sobre la brecha comercial de Estados Unidos es una representación injusta de lo que se ha convertido en un mecanismo crucial para la economía estadounidense: su capacidad de comprar servicios ofrecidos por otros países, así como productos que no se producen en el país, como el café.
Y a Trump le gustan los aranceles porque pueden obligar a los países a renunciar a algo que él cree que es lo mejor para Estados Unidos. Aunque los aranceles se cobran a los importadores, pueden disuadir a los compradores de adquirir bienes de los países sujetos a aranceles, lo que perjudica a las economías de esas naciones. Eso ha llevado a algunos de ellos a buscar acuerdos para evitarlos. Trump ha dicho que quiere que Canadá y México detengan el flujo de inmigrantes indocumentados y drogas ilegales a Estados Unidos. En cuanto a China, Trump dijo que los aranceles tendrían como objetivo obligar al país a cumplir su promesa de que ejecutaría a las personas que enviarían fentanilo a Estados Unidos.
Trump y su Gobierno han sido coherentes: los aranceles de alguna forma llegarán el sábado. Pero no dijeron nada sobre cuándo exactamente entrarán en vigor y han ofrecido información contradictoria sobre qué aranceles serán anunciados este fin de semana.
Durante una ceremonia en la Oficina Oval en su primer día en el cargo, Trump dijo que impondría aranceles generales del 25% a México y a Canadá el 1 de febrero. Al día siguiente dijo que impondría un arancel del 10% a todos los productos procedentes de China el 1 de febrero. La secretaria de prensa Karoline Leavitt reiteró el miércoles que los aranceles entrarían en vigor el 1 de febrero. Y nuevamente el jueves desde la Oficina Oval, Trump dijo que su administración anunciará aranceles del 25% a Canadá y México el sábado.
Sin embargo, en un discurso ante los republicanos de la Cámara de Representantes el lunes, Trump detalló los artículos específicos a los que su administración impondría aranceles (en lugar de aranceles generalizados), incluidos productos farmacéuticos, microchips y el acero. Confusamente, ese mismo día, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, presionó para imponer un arancel del 2,5% sobre todos los bienes que se aumentará gradualmente, según el Financial Times. Pero Trump dijo a los periodistas en el Air Force One que rechaza ese plan, porque “eso no sería aceptable” para él, y que los aranceles debían ser “mucho, mucho más grandes”.
En Wall Street hay una incertidumbre generalizada de que Trump se apresure a poner en vigor esos aranceles masivos con toda su fuerza el sábado. Para promulgar los aranceles, Trump probablemente declarará una emergencia económica nacional, invocando la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, conocida como “IEEPA”, que autoriza a un presidente a gestionar las importaciones ddbido a una emergencia nacional, según ya ha informado CNN. Pero Chris Krueger, analista de TD Securities, señaló que Trump aún no ha activado la ley IEEPA y se está quedando sin tiempo para hacerlo con los aranceles prometidos para el sábado. Eso tendría que hacerse en la mañana de este viernes, dijo Krueger.
Si no es el sábado, o si algunos aranceles limitados entran en vigencia el sábado, se podrían implementar aranceles más severos hacia finales de este año. El elegido por Trump para secretario de Comercio, Howard Lutnick, insinuó una segunda ola de aranceles contra México y Canadá que podría llegar en la primavera boreal, tal vez en abril. Sugirió que los aranceles iniciales, que entrarán en vigencia el sábado, son aranceles “orientados a la acción”, destinados a reducir el fentanilo y contra los inmigrantes ilegales que cruzan la frontera de Estados Unidos.
Y dijo que esos aranceles orientados a la acción pueden evitarse por completo: “Hasta donde sé, están actuando rápidamente, y si logran ejecutar lo que se plantean, no habrá arancel”, dijo Lutnick el miércoles en su audiencia de confirmación. “Si no lo hacen, entonces habrá aranceles”.
Canadá espera evitar los aranceles precisamente de esa forma: trabajando con Estados Unidos y comprometiéndose a crear una “fuerza de ataque” contra el fentanilo para golpear a los narcotraficantes “más duro y más rápido”, y desplegando dos helicópteros Black Hawk, 60 drones y nuevos equipos caninos especialmente entrenados en la frontera.
La ministra canadiense de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly, dijo el miércoles que tenía la esperanza de evitar los aranceles tras su reunión con el secretario de Estado, Marco Rubio, pero reconoció que nadie sabe qué sucederá el 1 de febrero, solo el presidente, dijo.
Sin embargo, Canadá también se está preparando para tomar represalias contra los aranceles, si fuera necesario. Los funcionarios canadienses están trabajando en una lista de docenas de productos que Estados Unidos exporta a Canadá, apuntando a artículos que envían un mensaje político e infligen una cantidad razonable de daño económico —dijeron dos fuentes— incluidos productos cerámicos, productos de acero, muebles, ciertas bebidas alcohólicas como el whisky Bourbon y Jack Daniels, jugo de naranja y comida para mascotas, entre otros bienes.
El segundo tipo de arancel, que Lutnick dijo que serían los “aranceles ordinarios”, podrían implementarse después de un estudio sobre los efectos macroeconómicos de imponer impuestos a las importaciones a los vecinos de Estados Unidos. Ese estudio estará listo en abril, como lo ordena un decreto que Trump firmó en su primer día en el cargo, dijo Lutnick.
Trump también ha propuesto aranceles del 10% a todos los demás bienes que ingresan a Estados Unidos, aunque la semana pasada dijo que su administración no estaba lista para implementarlos todavía. Y propuso implementar aranceles a Dinamarca con el objetivo de que ceda el control de Groenlandia a Estados Unidos. (También ha amenazado con usar la fuerza militar para tomar Groenlandia.) Trump dijo el jueves que los bienes de las naciones BRICS —una coalición de economías emergentes respaldadas por China y Rusia— enfrentarían aranceles del 100% si intentan abandonar el dólar estadounidense en el comercio internacional.
Es importante destacar que Trump tiene un historial amenazando con imponer aranceles, solo para luego dar marcha atrás. La semana pasada, por ejemplo, anunció fuertes aranceles a Colombia en represalia por no aceptar aviones militares estadounidenses con deportados. Diez horas después, dijo que los aranceles no entrarían en vigor después de que Colombia revirtiera su postura.
En 2019, Trump amenazó con un arancel del 5% a todas las importaciones mexicanas que aumentaría al 25% si México se negaba a tomar medidas para reducir el número de inmigrantes indocumentados que cruzan la frontera. Pero después de que los funcionarios mexicanos viajaran a Washington para una semana de negociaciones en persona —y se llegara a un acuerdo para restablecer la política migratoria de “Permanecer en México”— los aranceles nunca se implementaron.
Si Trump sigue adelante con los aranceles limitados, éstos se centrarán en los productos farmacéuticos, el acero y los chips de computadora. Trump dijo el jueves que el petróleo podría no ser parte de ningún arancel a México y Canadá, y que su administración decidiría esto a la brevedad.
Pero si los aranceles se amplían, podrían provocar un aumento de los precios en muchos productos de las compras cotidianas, con un impacto bastante rápido.
Por ejemplo, debido a que la mayoría de los automóviles estadounidenses se fabrican parcialmente en México y Canadá, los aranceles añadirían un mínimo de miles de dólares al costo de los automóviles, según los expertos.
Los precios de la gasolina, los alimentos y el alcohol también aumentarían si Trump impusiera aranceles a Canadá y México.
Los precios de las zapatillas aumentarían si Trump aumentara los aranceles a China: aproximadamente el 99% de los zapatos que se venden en Estados Unidos son importados, en su mayoría de China, según Footwear Distributors & Retailers of America, un grupo comercial que representa a Nike, Steve Madden, Cole Haan y otras marcas de calzado. Estados Unidos también obtiene la gran mayoría de sus productos electrónicos de allí.
En determinadas circunstancias, los aranceles no generan inflación. Los aranceles del primer mandato de Trump no aumentaron significativamente la inflación, aunque su alcance fue mucho más limitado que lo que Trump está proponiendo ahora, y la pandemia que siguió sesgó algunos de los aspectos inflacionarios de los aranceles, muchos de los cuales se mantuvieron vigentes durante la administración Biden.
Pero los economistas coinciden en gran medida en que los aranceles causan inflación. Esto se debe a que los importadores, no los países que exportan los bienes, pagan el impuesto y, por lo general, trasladan ese costo a los consumidores en forma de precios más altos. Una nueva investigación del Instituto Peterson de Economía Internacional sugiere que la agresiva campaña arancelaria de Trump obligará a los consumidores estadounidenses a pagar más por prácticamente todo, desde zapatillas y juguetes fabricados en el extranjero hasta alimentos.
También pueden conducir a guerras comerciales. China, Europa y Canadá, por ejemplo, tomaron represalias contra Estados Unidos con sus propios aranceles sobre determinados artículos después de que la primera administración Trump impusiera aranceles.
Los aranceles propuestos por Trump podrían añadir US$ 272.000 millones al año a las cargas fiscales, según Karl Schamotta, estratega jefe de mercado de Corpay Cross-Border Solutions. El Instituto Peterson ha estimado que los aranceles propuestos por Trump costarían al hogar estadounidense típico más de US$ 2.600 al año.
Aun así, algunos defensores del plan de Trump dicen que el riesgo vale la pena. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, dijo la semana pasada a CNBC que si los aranceles causan un poco de inflación pero abordan un problema de seguridad nacional, entonces la gente debería “superarlo”.
Lutnick se hizo eco de esas declaraciones el miércoles.
“Si Canadá depende de Estados Unidos para su crecimiento económico, ¿por qué no tratar a nuestros agricultores, ganaderos y pescadores con respeto?”, dijo. “Y por eso creo que el presidente y el Gobierno están enfocados en mejorar las vidas de nuestros productores”.
Al final, Lutnick argumentó que los aranceles significan que “la economía de Estados Unidos será mucho, mucho mejor”.
Matt Egan, Elisabeth Buchwald, Alicia Wallace, Kayla Tausche y Paula Newton de CNN contribuyeron con este reportaje.
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