“Preferiría mantenerme al margen de la política”, dijo Elon Musk a sus seguidores en 2021, en la plataforma entonces conocida como Twitter. Mucho ha cambiado desde entonces.
Musk ahora es dueño del gigante de las redes sociales, rebautizado como X y reutilizado como su tribuna personal. Ha dado la bienvenida a los agitadores de extrema derecha prohibidos bajo la propiedad anterior. Musk gastó US$ 250 millones para ayudar a reelegir a Donald Trump como presidente de Estados Unidos, y se paró a unos metros de distancia cuando Trump tomó juramento el lunes.
Ahora, con esa tarea completada, el hombre más rico del mundo parece tener un nuevo objetivo: cambiar Europa, un gobierno a la vez.
El magnate se ha presentado como hacedor de reyes en la ola populista que está sumergiendo a múltiples líderes europeos centristas. “De MAGA a MEGA: ¡Hagamos que Europa vuelva a ser grande!”, publicó el sábado, deleitándose con el malestar que está trayendo al continente.
Varios líderes de la Unión Europea lo han acusado de interferir en sus asuntos y promover figuras peligrosas; Musk ha llevado a cabo una brutal y personal campaña en línea contra el gobierno británico, ha hecho campaña para que un activista de extrema derecha de ese país salga de prisión y ha respaldado a un partido de extrema derecha en Alemania con una plataforma firmemente nacionalista y una serie de escándalos relacionados con las opiniones de algunos de sus miembros sobre la era nazi.
Al mismo tiempo, un torrente de desinformación en la plataforma de Musk (gran parte de ella nacida del enojo por los altos niveles de migración) ha puesto nerviosos a los gobiernos europeos. Algunos en Gran Bretaña lo culpan de contribuir a una ola de disturbios de extrema derecha el verano pasado.
“Me sorprende su falta de inhibición al pensar que puede intervenir en varios países donde los problemas son complejos”, dijo a CNN Eric Nelson, un diplomático que se desempeñó como embajador de Trump en Bosnia y Herzegovina durante su primer mandato. “Afirmar que él sabe más es una arrogancia”.
Pero el alcance de X, la extrema riqueza de Musk y su papel como asesor de eficiencia de Trump lo convierten en un problema difícil de abordar. Las figuras políticas en Europa están lidiando con dos preguntas: ¿Por qué Musk se preocupa por nosotros y qué podemos hacer al respecto?
Ninguna de las dos es fácil de responder. “Los europeos están estancados”, dijo Bill Echikson, investigador principal en política tecnológica en el centro de estudios Center for European Policy Analysis (CEPA) y exdirector de comunicaciones europeas de Google.
Los líderes del continente “ciertamente están preocupados”, dijo. “Sin duda culpan a la desinformación, al troleo y a los bots automatizados de causar problemas en las elecciones europeas y fomentar el ascenso de sus extremos.
“(Pero) no tienen ningún plan. Realmente todavía no saben cómo responder”.
La política de Musk ha evolucionado a una velocidad supersónica desde que el magnate de SpaceX y Tesla llevó a cabo una adquisición hostil de Twitter en 2022. “Para que Twitter merezca la confianza del público, debe ser políticamente neutral”, insistió entonces. Describió la política como un “generador de tristeza” y escribió: “La política es guerra y la verdad es la primera víctima”.
Hoy, Musk está en primera línea. El propietario de la plataforma disfruta de niveles de influencia disruptiva en todo el mundo que pocas figuras no electas han tenido jamás, sin enfrentarse al escrutinio de los votantes. Elogia y comparte las opiniones de figuras radicales, y ha respaldado a populistas ferozmente anti-establishment en toda Europa. Todavía no está claro cuánta influencia tendrá en la política exterior de Trump, y es precisamente por eso que, por ahora, los gobiernos europeos están tan inseguros sobre cómo abordar sus intervenciones.
Pero sus comentarios coinciden con un tono más amplio e intervencionista hacia Europa que viene de la nueva administración, y podrían preparar a Musk para un papel de interlocutor. Trump y Musk ya han forjado estrechos vínculos con figuras cuyas políticas al menos parcialmente se superponen, como la primera ministra italiana Giorgia Meloni, una línea dura en materia de inmigración que asistió a la inauguración rompiendo con los precedentes.
Algunos de los que anteriormente han promovido los intereses de Trump en Europa ahora ven a Musk como una versión desenfrenada, incluso menos pulida, del presidente; un agitador cuyo estilo y ambición han llegado a reflejar los de Trump. Al igual que con Trump, las encuestas de opinión sugieren que Musk es impopular en toda Europa.
“Es interesante ver las similitudes entre él y (Trump); su capacidad para tratar de impulsar la opinión pública, especialmente, desafortunadamente, difundiendo desinformación. Creando mucho caos, siendo disruptores”, dijo Nelson.
Ese caos se intensificó después de que Musk hiciera un gesto con su brazo derecho en el escenario durante un mitin posterior a la inauguración, que para algunos en Europa tenía similitudes incómodas con el saludo nazi o romano utilizado por los líderes fascistas en Alemania e Italia. Musk ha presentado la reacción como una mala interpretación, escribiendo en X que “el ataque de ‘todos son Hitler’ es tan agotador”.
os medios de comunicación italianos y alemanes cubrieron ampliamente la reacción, con el diario italiano Corriere Della Sera llamándola un “saludo de RoMusk”, y el canciller alemán Olaf Scholz –un blanco frecuente de las críticas de Musk– dijo en un panel en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza: “Todos son libres de expresar su opinión en Alemania y Europa, incluidos los multimillonarios… pero no aceptamos apoyo a posiciones de extrema derecha”. Musk respondió en X: “¡Qué vergüenza, Oaf Schitz!”
Hay desacuerdo sobre por qué, exactamente, Musk está apuntando a Europa.
Podría ser personal. “Cuando Elon tomó el control de Twitter hubo un esfuerzo concertado para avergonzar a las empresas para que no anunciaran en su plataforma, para alienarlo, para cancelarlo”, dijo Trevor Traina, el anterior embajador de Trump en Austria, donde un partido de extrema derecha está a punto de llegar al poder. “Así que Elon ha probado la misma medicina amarga que Donald Trump y otros han sido obligados a comer, y creo que lo que vemos hoy es su respuesta”.
O podría ser financiero; una historia más probada en el tiempo que enfrenta al innovador contra los reguladores. “Creo que su propósito es siempre pensar en sus propios intereses comerciales”, dijo Nelson.
Musk ha criticado la burocracia que rodea al sector tecnológico en Europa; dirige una enorme fábrica de Tesla en Alemania, un país en el que ha centrado mucha atención, y está planeando una expansión polémica de ese sitio.
CNN se ha comunicado con X para obtener comentarios sobre las críticas a las intervenciones de Musk en Europa.
Cuando se trata de la política de Europa, Musk tiene sus favoritos. Escribe a menudo sobre Reform UK, el partido populista británico, y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Pero no publica sobre Marine Le Pen, la antagonista francesa del gobierno de Emmanuel Macron, ni parece interesado en Austria.
La política británica y alemana son terreno flexible. Los partidos tradicionales de ambos países son singularmente impopulares, manchados por períodos en el poder afectados por la inflación o por escándalos, o vistos por gran parte del público como poco imaginativos, poco ambiciosos o tecnocráticos. Alemania celebrará elecciones el mes próximo en las que la AfD podría quedar en segundo lugar. El año pasado, la AfD se convirtió en el primer partido de extrema derecha en ganar una elección estatal en Alemania desde la era nazi.
Y tienen algo más en común: cada país no ha logrado lidiar adecuadamente con la ira pública por la inmigración, que amenaza con convertirse en la dinámica política definitoria del continente.
Aun así, Musk necesitará construir alianzas duraderas para tener una influencia seria. Ya se ha peleado públicamente con Nigel Farage, el líder de Reform, quien se negó a respaldar su apoyo al líder de extrema derecha encarcelado Tommy Robinson. Reform todavía espera una donación financiera masiva de Musk, pero la disputa ha empañado el optimismo del partido.
También se enfrentará a minas terrestres regulatorias. Una multa, que posiblemente alcance el 6% de la facturación anual global de X, se avecina una vez que la UE complete una investigación sobre si X infringió las normas establecidas por la amplia Ley de Servicios Digitales, que regula cómo la industria tecnológica maneja la desinformación y el contenido ilegal en las redes sociales, así como los bienes y servicios ilegales en los mercados en línea.
En Gran Bretaña, se le ha pedido a Musk que testifique ante el Comité de Ciencia, Innovación y Tecnología del parlamento sobre el algoritmo de su empresa, después de que se le culpara de promover la desinformación sobre un trágico apuñalamiento de niños el verano pasado que resultó en disturbios entre alborotadores y la policía e incendiando hoteles que albergaban a solicitantes de asilo.
“La libertad de expresión es parte de una conversación”, dijo a CNN Chi Onwurah, el legislador laborista que encabeza el comité. “En lugar de gritarle al otro lado del Atlántico al Reino Unido, ¿participará en los procesos democráticos legítimos que representan al pueblo británico y tendrá una conversación con nosotros?”
Por ahora, la proximidad de Musk a Trump podría protegerlo de tal escrutinio. “No espero que (Europa) haga demasiado; no quieren iniciar una guerra con Donald Trump”, dijo Echikson.
Pero cuanto más se involucra el magnate tecnológico en los asuntos de Europa, más se tensa esa estrategia. “Si, como parece que va a hacer, va a entrar en la política”, dijo Onwurah, “entonces, como parte de eso, hay que escuchar y hablar”.
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